La carga mental doméstica es una preocupación constante por el funcionamiento del hogar y el
bienestar de sus miembros, que genera sobrecarga y malestar. Esta carga también se refiere a labores hechas para otros, no solo para uno mismo
e implica recordar tareas, delegarlas, supervisarlas y organizarlas, y se compone de tres tipos de carga:
- Carga gerencial: planear, dirigir, delegar y supervisar tareas en el hogar.
- Carga cognitiva: anticipar, tomar decisiones, pensar y procesar información relacionada con el hogar.
- Carga emocional: preocuparse por el bienestar y las necesidades de los demás miembros del hogar.
La carga mental es una responsabilidad que recae mayoritariamente sobre las mujeres. En familias heterosexuales con hijos e hijas, ellas asumen el 75,7% de esta carga. Se trata de una labor invisible e inagotable, profundamente vinculada con las emociones y la preocupación constante por el bienestar de los seres queridos. A diferencia de tareas físicas, la carga mental no se limita a un espacio o momento: puede manifestarse durante la jornada laboral, en casa o incluso en los momentos de descanso. Esta presión continua puede desencadenar consecuencias significativas para la salud, como fatiga, estrés y tensión emocional (Daminger, 2019).
3 de cada 4 mujeres lidia con una constante carga mental, aunque el 44% desconoce el concepto.
En familias heterosexuales con hijos e hijas, las mujeres asumen el 75,7% de la carga mental.
El 81% de las mujeres que vive con su pareja e hijos/hijas experimenta algún tipo de estrés (permanente o esporádico).
El 28,4% de estas mujeres declaran que el estrés proviene del trabajo doméstico y de cuidados.
El 22,3% de las mujeres declara algún grado de insatisfacción con la forma en que se distribuye el tiempo dedicado al trabajo doméstico entre ella y su pareja.
Aunque 3 de cada 4 mujeres lidia con carga mental, el 44% desconoce el concepto.